La ingeniería genética en detalle ¿Qué son los alimentos transgénicos?

La manipulación genética es la rama de la ingeniería que estudia la capacidad de añadir secuencias a la cadena de ADN en un organismo, o modificar uno ya existente. De esta manera, se consiguen nuevas características en la especie manipulada, que antes no tenía.

Un ejemplo, son los alimentos transgénicos, modificados para que tengan propiedades más nutritivas, resistan plagas, o se utilicen como medicamentos.

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Se pueden destacar un conjunto de técnicas biotecnológicas, dentro de esta rama, que la vuelven bastante característica:

Recombinación del ADN:

Consiste recombinar el ADN de un organismo, con el de otro, tras haber aislado y manipulado fragmentos de ADN de ambos. Para esto, se utiliza la enzima endonucleasa de restricción, que produce un corte escalonado en las hebras dobles del ADN, para luego ser intercambiadas. Otra enzima es la transferasa terminal, que adiciona residuos de desoxirribonucleótidos, al extremo 3 de las hebras de ADN.

Secuenciación del ADN:

Permite conocer el orden de los nucleótidos en el ADN, con el fin de detectar hallazgos médicos, como polimorfismos genéticos que se asocien a una enfermedad, equiparar historias evolutivas de organismos, o con fines forenses.

Reacción en cadena de la polimerasa:

Se aplica para conseguir varias copias de ADN, a partir de cantidades pequeñas. Antes, se desnaturaliza el ADN, mediante varios ciclos de temperaturas elevadas.

Amplificación del ADN:

Es una técnica que consiste en desnaturalizar el ADN, mediante la polimerasa, y conseguir su amplificación tras exponerlo a varios ciclos de temperaturas bajas.

Bloqueo génico:

Consiste en inactivar un gen para una determinada característica, reemplazándolo por otro gen modificado.

En definitiva, la ingeniería genética permite prácticas diversas en bacterias, levaduras y hongos, animales, y plantas, con múltiples objetivos. Algunos de ellos son la obtención de proteínas de seres vivos (como es el caso de la insulina que se obtiene de la levadura Sacharomyces cerevisae, y se copia en humanos), la obtención de vacunas (como la de la Hepatitis B), el diagnóstico de enfermedades de origen genético (como la hemofilia y el Alzheimer), y la obtención de anticuerpos (como el interferón, para complementar tratamientos contra el cáncer).